La legitimidad del presidente venezolano, Nicolás Maduro, continúa siendo cuestionada luego de las elecciones del 28 de julio, en las que fue proclamado ganador por el Consejo Nacional Electoral (CNE), una institución alineada al oficialismo. A pesar del respaldo de algunos países, la falta de transparencia en el proceso electoral ha generado reacciones críticas desde diversos sectores de la comunidad internacional.

El jefe diplomático de la Unión Europea, Josep Borrell, calificó recientemente al gobierno de Maduro como "autoritario" y "dictatorial". A su vez, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, reiteró la demanda de que las autoridades venezolanas publiquen las actas de votación para que se puedan auditar los comicios. Esta solicitud ha sido respaldada por países de América Latina, Estados Unidos y la Unión Europea.

Mientras que el CNE no ha cumplido con este trámite indispensable, la oposición ha publicado más del 80% de las actas, las cuales indican que el candidato opositor, Edmundo González Urrutia, habría ganado con una ventaja considerable. Sin embargo, Maduro ha contado con el apoyo de China, Rusia e Irán, que lo felicitaron por su "triunfo", reafirmando su respaldo a un líder sometido a sanciones internacionales.

Estos tres países, con intereses estratégicos en Venezuela, han defendido la legitimidad del gobierno de Maduro y han sido clave en su capacidad para resistir las sanciones económicas y la presión internacional. Según expertos como Joseph Humire, director del Centro para una Sociedad Libre y Segura, estos aliados han proporcionado apoyo político y económico esencial. China, por ejemplo, ha otorgado créditos por unos US$59.000 millones a Venezuela desde la llegada del chavismo, garantizados con ventas de petróleo.

El apoyo de China en el ámbito económico, junto con el respaldo de Rusia en defensa e Irán en sectores estratégicos, ha sido fundamental para la supervivencia del régimen de Maduro, a pesar de la crisis interna y la presión global.