Este año, Shanghái ha implementado restricciones a los disfraces de Halloween, una medida tomada por las autoridades para prevenir que esta celebración se convierta nuevamente en una plataforma de protesta, como ocurrió en 2023. En un contexto marcado por la frustración juvenil debido a la desaceleración económica y el alto desempleo, las festividades de Halloween se transformaron en un medio para manifestar descontento.

En 2022, Shanghái fue escenario de protestas masivas contra las políticas de "cero COVID". En esas manifestaciones, algunos ciudadanos llegaron a gritar consignas como "abajo Xi Jinping", una osadía casi impensable en China. El año pasado, el Halloween se utilizó como una válvula de escape más sutil, con disfraces que parodiaban la vigilancia estatal, como una cámara de seguridad, o que criticaban la falta de oportunidades laborales con lemas como "graduado en humanidades".

Este año, las autoridades han intensificado la vigilancia. Aunque no se ha emitido un anuncio oficial sobre la prohibición de Halloween, la atmósfera ha cambiado. Cafeterías y centros comerciales continúan decorando con calabazas y fantasmas, y celebraciones en lugares autorizados, como Disneyland, siguen adelante. Sin embargo, hay numerosos reportes de redadas en fiestas de disfraces y otras intervenciones policiales.

Incidentes en discotecas

Julián, un español residente en Shanghái, relató a EFE que el pasado sábado, durante una fiesta en un local céntrico, la policía cerró el lugar: "Había unos 15 o 16 policías. Apagaron la música y cancelaron la fiesta". Videos en redes sociales muestran a jóvenes siendo llevados por la policía, aunque no se ha confirmado si fueron detenidos.

El parque Zhongshan se convirtió en un refugio para muchos tras ser expulsados de discotecas. Sin embargo, también allí las autoridades dispersaron a los concentrados y cerraron temporalmente el recinto, un hecho poco común.

Los colegios tampoco escapan a la tensión: "Recibimos una llamada 'de arriba' que decía que no estaba prohibido, pero que tampoco nos animaban a celebrarlo. Algunos alumnos llegaron a sugerir que lo mejor era cancelarlo", comentó Dani, un docente de un colegio internacional.