Mundo | 23 dic 2024
Biden Conmuta Penas de Muerte a 37 Condenados en EE.UU. antes de la Llegada de Trump
El presidente saliente Joe Biden decidió conmutar las penas de muerte a 37 reos, que ahora enfrentarán cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Esta acción marca un contraste con la postura de Donald Trump, quien defiende el regreso de la pena de muerte.
En sus últimos días en la Casa Blanca, el presidente de EE.UU., Joe Biden, conmutó este lunes las penas de muerte de 37 de los 40 condenados a muerte por la justicia federal. En un comunicado oficial, el mandatario precisó que estos reos, en lugar de enfrentar la ejecución, ahora cumplirán cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Biden, quien se ha manifestado en contra de la pena de muerte a lo largo de su carrera política, instauró durante su mandato una moratoria sobre las ejecuciones en el sistema federal, aunque no afecta a las sentencias de muerte impuestas por tribunales estatales. Este cambio de política se da en el contexto de un futuro regreso a la Casa Blanca de Donald Trump, quien ha defendido abiertamente la pena de muerte como medida de castigo para ciertos crímenes.
El presidente saliente tomó una decisión que marca una clara diferencia con las políticas de su predecesor. Durante su primer mandato, Trump suspendió la moratoria de ejecuciones que había estado vigente desde 2003, reactivando el uso de la pena capital en el sistema federal. Además, el exmandatario republicano ha reafirmado su postura a favor de la pena de muerte para delitos relacionados con migrantes, traficantes de personas y drogas.
Sin embargo, tres condenados a muerte no se beneficiaron de la conmutación presidencial. Djokhar Tsarnaev, uno de los responsables del atentado en la maratón de Boston en 2013, Dylann Roof, el supremacista blanco que mató a nueve personas en una iglesia de Charleston en 2015, y Robert Bowers, condenado por el ataque mortal en una sinagoga de Pittsburgh en 2018, permanecerán con su condena.
La decisión de Biden subraya un último acto de política progresista antes de la llegada de Trump, quien ha prometido revertir muchas de las políticas de su predecesor, incluida su postura sobre la pena de muerte.