viernes 31 de enero de 2025 - Edición Nº213

Mundo | 31 dic 2024

Putin celebra 25 años en el poder mientras navega la nueva incertidumbre global

El 31 de diciembre de 1999, Boris Yeltsin sorprendió a Rusia al anunciar su salida y dejar el poder en manos de Vladimir Putin, un desconocido entonces. Hoy, con 25 años al frente de Rusia, Putin enfrenta una nueva fase de su liderazgo, marcada por la guerra en Ucrania, la incertidumbre política interna y una relación impredecible con el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, quien promete poner fin al conflicto.


El 31 de diciembre de 1999, el presidente ruso Boris Yeltsin dejó atónita a la nación al anunciar su sorpresiva renuncia, abriendo paso a un hombre casi desconocido para la política, Vladimir Putin, quien asumió el poder como presidente interino. En sus palabras de despedida, Yeltsin destacó la fortaleza del joven ex oficial del KGB, sugiriendo que Putin era el líder ideal para guiar a Rusia hacia el futuro tras el doloroso colapso de la Unión Soviética. "¿Por qué aferrarse al poder cuando el país tiene un líder fuerte en quien casi todos los rusos han depositado sus esperanzas?", expresó Yeltsin.

Hoy, 25 años después, Putin se encuentra en una posición de poder más sólida que nunca, aunque el contexto internacional y doméstico ha cambiado radicalmente. En Ucrania, las fuerzas rusas han logrado avances significativos, especialmente en la región del Donbás, en el marco de una guerra prolongada que ha consumido los recursos del Kremlin. A nivel interno, el panorama político ha quedado desolado tras la muerte de Alexey Navalny, el líder de la oposición más prominente, consolidando aún más la figura autoritaria de Putin.

A pesar de la aparentemente fuerte posición de Putin, el futuro se presenta incierto. La elección de Donald Trump como presidente de EE.UU. podría alterar drásticamente la dinámica de poder. Trump ha expresado en repetidas ocasiones su deseo de terminar con la guerra en Ucrania, algo que podría poner en jaque las ambiciones de Putin, quien ha vinculado la estabilidad de su régimen a la guerra en el país vecino.

El presidente electo de EE.UU. ha señalado que está dispuesto a reunirse con Putin lo antes posible para negociar el fin del conflicto, algo que, según algunos analistas, podría colocar al Kremlin en una posición de vulnerabilidad. A pesar de la retórica de Trump, la estrategia y los términos de cualquier posible acuerdo siguen siendo inciertos, lo que deja a Putin ante la posibilidad de tener que negociar en condiciones menos favorables de lo esperado.

Mientras tanto, Putin sigue proyectando una imagen de fortaleza, mostrando disposición a negociar en temas como la guerra en Ucrania, pero siempre desde una posición dominante. En una reciente sesión de preguntas y respuestas, declaró: "La política es el arte del compromiso. Siempre hemos dicho que estamos listos tanto para negociaciones como para compromisos". Sin embargo, sus respuestas sobre temas delicados como la situación en Siria y la economía de su país fueron marcadas por una actitud defensiva y una afirmación inquebrantable de que Rusia mantiene su influencia, especialmente en el ámbito internacional.

Internamente, los rusos enfrentan las secuelas de la guerra: altos precios de los alimentos, caída del rublo y una creciente desigualdad social. Según expertos como Alexandra Prokopenko, la economía rusa, sobrealimentada por la guerra, podría estar al borde de una crisis. “Cada mes que pasa, la presión aumenta. El contrato social entre el estado y la gente está cambiando inevitablemente", afirma.

El futuro de Putin es incierto, pero una cosa es clara: su permanencia en el poder, aunque más consolidada que nunca, dependerá de cómo maneje los nuevos desafíos internacionales, las presiones internas y el resultado de una posible negociación con Trump. Lo que está en juego no es solo la estabilidad de Rusia, sino también el legado de un hombre que ha dominado el escenario político ruso durante un cuarto de siglo.

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