Mario Vargas Llosa, el Nobel de Literatura, regresó al histórico jirón Huatica, un olvidado barrio rojo de Lima que inspiró uno de los episodios más recordados de su primera novela, La ciudad y los perros. El escritor visitó la zona acompañado de su hijo Álvaro Vargas Llosa, quien compartió las imágenes del retorno a través de sus redes sociales, mostrando al autor con una “sonrisa pícara” junto a la calle que fue escenario de las aventuras de los cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado.

En La ciudad y los perros, Huatica era el lugar donde los cadetes, durante sus descansos, se adentraban en sus primeras experiencias sexuales con las trabajadoras sexuales, entre ellas Pies Dorados, una figura que se convirtió en un ícono de los recuerdos de los jóvenes. "Otra semana que me quedo sin ir donde la Pies Dorados" es uno de los lamentos recurrentes de los cadetes, mostrando las profundas emociones y deseos que marcaban su paso por el internado.

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La visita de Vargas Llosa al antiguo jirón Huatica se convierte en un acto simbólico, recordando cómo la prostitución y la vida nocturna de la zona fueron un reflejo de la época. Sin embargo, la historia de Huatica terminó en 1956, cuando el presidente Manuel Prado Ugarteche ordenó el desalojo de las trabajadoras sexuales, desplazándolas hacia los alrededores del cerro El Pino, tras la creciente influencia de proxenetas y delincuentes en la zona. Hoy, el jirón Renovación, como se conoce ahora la calle, ha borrado casi por completo los vestigios de su pasado, mezclándose con el caos urbano de cables, comercio ambulatorio y contaminación.

Este retorno al jirón Huatica, tan cargado de historia literaria, es otro recordatorio de cómo Lima ha cambiado, dejando atrás el paisaje de la ciudad descrita en las páginas de Vargas Llosa. El escritor, semanas atrás, también visitó el bar La Catedral, otro lugar emblemático de la capital que inspiró una de sus obras más aclamadas.