Fan Weiqiu, de 62 años, fue ejecutado tras matar a 35 personas al atropellar a una multitud con su automóvil en un centro deportivo de Zhuhai, al sur del país. El trágico suceso ocurrió en noviembre de 2024 y se considera el ataque más letal contra el público registrado en China en los últimos diez años.

Este atropello masivo conmocionó a la nación y provocó un rápido juicio. Fan, quien fue condenado a muerte en un tribunal de Zhuhai, tenía antecedentes personales de problemas familiares, incluyendo un divorcio fallido. Según los informes, el ataque fue impulsado por la ira acumulada debido a su vida personal y la disputa legal que enfrentaba con su exesposa.

El tribunal que juzgó a Fan describió sus acciones como "extremadamente viles" y resaltó la gravedad del crimen, que causó una gran alarma social. El incidente también desencadenó un llamado a penas severas por parte de las autoridades, incluidas las declaraciones del presidente Xi Jinping, quien calificó el ataque como “extremadamente cruel”.

Ejecuciones y creciente violencia en China
El atropello en Zhuhai no fue el único acto de violencia grave reciente en China. A pocos días de este ataque, otro hombre, Xu Jiajin, fue ejecutado por matar a ocho personas en un campus universitario de Wuxi. El motivo de Xu fue su insatisfacción con los resultados de un examen y el trato que recibió tras su pasantía.

Este patrón de violencia repentina en China ha desatado preocupaciones, ya que el país ha sido históricamente conocido por su baja tasa de delitos violentos y estrictas medidas de seguridad. A pesar de ello, en los últimos meses, varios episodios de violencia indiscriminada han generado incertidumbre en la sociedad.

Reacciones públicas y medidas de seguridad
Las ejecuciones de ambos agresores han sido recibidas con un notable apoyo en las redes sociales, donde usuarios expresaron su satisfacción ante las penas impuestas. Además, el gobierno chino ha intensificado sus medidas de seguridad y reforzado las sanciones para disuadir futuros ataques.

A pesar de su enfoque en la vigilancia masiva y estrictas leyes sobre armas, China sigue enfrentando retos relacionados con la seguridad pública. Las autoridades continúan adaptando su respuesta ante lo que muchos perciben como un aumento de la violencia aleatoria en la sociedad.