miércoles 12 de marzo de 2025 - Edición Nº253

Salud | 11 feb 2025

¿Es la cocaína más peligrosa que el whisky? La comparación entre las dos sustancias y su impacto en la salud

En medio de la controversia por sus comentarios sobre la legalización de la cocaína, el presidente colombiano Gustavo Petro comparó el consumo de la droga con el del whisky, sugiriendo que la cocaína podría ser legalizada como el alcohol. La comparación entre las dos sustancias plantea dudas sobre sus efectos en la salud y la violencia relacionada con el narcotráfico.


La reciente declaración del presidente de Colombia, Gustavo Petro, en un consejo de ministros televisado, generó gran polémica cuando sugirió que “la cocaína no es más mala que el whisky” y propuso su legalización para desmantelar el narcotráfico. Aunque sus comentarios han sido criticados por muchos, la comparación entre ambas sustancias no puede abordarse solo desde una perspectiva de legalidad, sino también desde su impacto en la salud pública y la violencia vinculada al narcotráfico.

El impacto en la salud: alcohol vs cocaína

Desde un punto de vista estrictamente sanitario, el consumo de alcohol y cocaína conlleva riesgos significativos, pero de distinta naturaleza. Según el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el consumo de alcohol y drogas, en 2019, el alcohol fue responsable de aproximadamente 2,6 millones de muertes a nivel mundial, debido principalmente a enfermedades digestivas, cardiovasculares y accidentes. Además, el alcohol está relacionado con trastornos de salud mental, accidentes de tráfico y violencia.

Por otro lado, la cocaína, aunque no tan ampliamente consumida como el alcohol, sigue siendo una de las principales drogas de abuso en el mundo. En 2019, la OMS reportó unas 26.082 muertes relacionadas con el consumo de cocaína. Las consecuencias de su uso incluyen trastornos cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, sobredosis y problemas mentales como paranoia y alucinaciones.

Legalidad y consumo

El alcohol es legal en la mayoría de los países para mayores de edad y culturalmente aceptado en muchas sociedades, lo que contribuye a su mayor prevalencia. La cocaína, en cambio, es ilegal en la mayoría de los países, aunque algunos gobiernos han despenalizado su posesión en pequeñas cantidades. A pesar de las diferencias en la legalidad y aceptación social, ambos consumos pueden tener efectos devastadores para la salud pública.

La OMS advierte que no existe ningún nivel seguro de consumo de alcohol y que su abuso puede derivar en enfermedades hepáticas, cáncer y daños psicológicos. En el caso de la cocaína, su uso puede acarrear adicción y graves problemas de salud mental, lo que la convierte en una de las drogas más peligrosas.

La cocaína en Colombia y el narcotráfico

Colombia, principal productor y exportador mundial de cocaína, ha sido durante décadas un campo de batalla en la lucha contra el narcotráfico, un negocio ilegal que alimenta la violencia y el crimen organizado. La reciente propuesta de Petro de legalizar la cocaína, con la idea de desmantelar el narcotráfico y reducir la violencia, ha generado controversia. Aunque Petro ha prometido enfrentar el narcotráfico y regular las sustancias ilegales, en su mandato la producción de cocaína en Colombia ha aumentado, alcanzando cifras récord.

Según informes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), la superficie cultivada con hoja de coca en Colombia aumentó un 10% en 2023, y la producción potencial de cocaína subió un 53% en comparación con el año anterior.

¿Legalizar la cocaína?

Si bien el debate sobre la legalización de la cocaína plantea una oportunidad para desmantelar el negocio del narcotráfico y reducir la violencia asociada, la comparación con el whisky o cualquier otra bebida alcohólica debe considerar no solo el impacto en la salud, sino también los efectos sociales, culturales y económicos de la legalización de una droga tan peligrosa. Aunque el consumo de alcohol sigue siendo responsable de miles de muertes al año, la legalización de la cocaína no necesariamente garantizaría una reducción en la violencia del narcotráfico ni en los riesgos asociados a su consumo.

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