

Ubicado en el desierto de El Salvador, el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) se ha convertido en el centro de atención global desde su inauguración en 2023. Con capacidad para 40,000 reclusos, la megacárcel es parte de la política de seguridad del presidente Nayib Bukele, quien ha desatado una guerra contra las pandillas como la MS-13 y el Barrio 18.
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La cárcel, considerada la más grande de América Latina, tiene una estructura diseñada para garantizar el control absoluto sobre los reclusos. Cada celda está formada por tres paredes de cemento y barrotes, sin ventanas, y el espacio es reducido. Los prisioneros solo pueden salir durante 30 minutos al día para hacer ejercicio, mientras son vigilados por 1,000 custodios y 600 miembros de las Fuerzas Armadas.
En un acuerdo sin precedentes, el gobierno de Bukele aceptó albergar a migrantes deportados desde EE. UU., muchos de ellos miembros de pandillas internacionales como el Tren de Aragua, a cambio de 6 millones de dólares. El 25 de febrero de 2024, se trasladaron al Cecot 238 presuntos pandilleros venezolanos y 23 de la MS-13, como parte de un plan migratorio impulsado por el presidente Trump.
El Cecot ha sido fuertemente criticado por las condiciones extremas en las que viven los reclusos. No hay contacto con sus familias, ni espacios para visitas íntimas. Expertos en derechos humanos como Miguel Sarre y Abraham Ábrego han señalado que la megacárcel es más un mecanismo de castigo que un centro de rehabilitación, con condiciones inhumanas que violan derechos fundamentales.
A pesar de las críticas, Bukele defiende su política de seguridad, destacando los logros en la lucha contra las pandillas. El presidente asegura que el Cecot es parte de un esfuerzo más amplio para eliminar el Estado paralelo que las pandillas habían creado en El Salvador, donde imponían justicia con armas y cobraban impuestos a la población.