

Un estudio internacional pionero, GODS21, ha confirmado que la obesidad y una mala alimentación en personas con síndrome de Down son factores que aceleran el deterioro cognitivo y pueden desencadenar la neurodegeneración. La investigación, que involucra a 12 centros de 6 países, revela una estrecha relación entre el sobrepeso y las alteraciones cerebrales en este colectivo.
La doctora Mara Dierssen, líder del grupo de Neurobiología Celular y de Sistemas del Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG), explicó que la obesidad en personas con síndrome de Down no es solo una cuestión estética, sino una condición que aumenta el riesgo de alteraciones cognitivas. Además, las personas con este trastorno genético tienen una mayor predisposición a sufrir diabetes y obesidad desde la infancia, mucho más tempranamente que el resto de la población.
Los investigadores identificaron un gen específico, el DYRK1A, relacionado con el síndrome de Down, que está vinculado a la preferencia por alimentos dulces y salados. Este gen podría influir en el consumo hedónico, es decir, comer por placer en lugar de por necesidad. Además, se ha demostrado que este gen está asociado con la predisposición a la diabetes tipo 2 debido a su presencia en el páncreas.
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Otro hallazgo del estudio es que el estrés social puede agravar la predisposición a la obesidad, especialmente en un colectivo que sigue enfrentando estigmatización. Esta relación subraya la importancia de un entorno social positivo y de apoyo para las personas con síndrome de Down.
Rafael de la Torre, investigador del Hospital del Mar Research Institute Barcelona (HMRIB), destacó la relevancia de una alimentación adecuada, como la dieta mediterránea, y de incorporar hábitos de ejercicio físico desde la infancia. Las familias juegan un papel crucial en este proceso, ya que los niños con síndrome de Down son muy dependientes de sus padres. Implementar estos hábitos puede reducir hasta cuatro veces el riesgo de diabetes tipo 2 y otras comorbilidades asociadas.
Con una esperanza de vida que ha aumentado en los últimos años y alcanzado los 80 años en algunos casos, las personas con síndrome de Down tienen una predisposición elevada a padecer Alzhéimer en la vejez. Por ello, los investigadores apuntan a que una dieta saludable y buenos hábitos de vida no solo pueden preservar el rendimiento cognitivo, sino también retrasar la aparición de la neurodegeneración y prevenir la demencia.
El estudio GODS21 también está vinculado a ensayos clínicos de un fármaco inhibidor del gen DYRK1A, que podría ser una herramienta adicional para controlar los impulsos alimentarios y prevenir la obesidad.