

La junta militar de Birmania confirmó este miércoles que el número de víctimas por el devastador terremoto que golpeó la región centro-norte del país el pasado 28 de marzo ha alcanzado las 2.886 personas fallecidas y 4.639 heridas. Las autoridades indicaron que las posibilidades de encontrar más sobrevivientes bajo los escombros de viviendas, colegios y templos siguen disminuyendo, después de que el temblor de magnitud 7,7 causara una de las peores tragedias sísmicas en el país en las últimas décadas.
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Un total de 1.485 rescatistas de 15 países se han desplegado en las áreas más afectadas por el sismo. Los socorristas, provenientes de países como China, India, Rusia, Singapur y otros, trabajan incansablemente en la remoción de escombros, con la esperanza de encontrar más personas con vida. Además, están entregando medicamentos y suministros, aunque algunas áreas siguen sin recibir ayuda debido al conflicto bélico y a la falta de infraestructura adecuada.
La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) también ha mostrado su apoyo, destacando que Myanmar no olvidará el espíritu de vecindad en estos tiempos difíciles, a pesar de las tensiones políticas tras el golpe de estado de 2021.
En un giro esperanzador, los equipos de rescate lograron rescatar con vida a dos hombres que habían quedado atrapados bajo los escombros de un hotel en la capital birmana, Naipyidó, cinco días después del seísmo. Los bomberos extrajeron a los hombres, uno de los cuales estaba consciente y aturdido tras pasar días bajo los escombros, mientras el otro recibió primeros auxilios inmediatamente.
Aunque la capital también fue afectada por el terremoto, el aeropuerto de Naipyidó permanece cerrado, y la torre de control ha quedado completamente destruida, dificultando aún más las operaciones de ayuda y rescate.
La situación en Birmania es aún más compleja debido al conflicto bélico en el que está inmerso el país desde el golpe de estado de febrero de 2021. La oposición democrática ha señalado que alrededor de 8,5 millones de personas se han visto directamente afectadas por el desastre, lo que agrava la ya difícil situación humanitaria.
La continua violencia y la falta de acceso a algunas zonas complican los esfuerzos de rescate y la distribución de ayuda, dejando al país en una situación aún más vulnerable.