

En la madrugada de este 21 de abril, el mundo despertó con la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano de la historia. Su muerte marca el fin de un papado que transformó profundamente el rostro de la Iglesia Católica, apostando por una Iglesia más inclusiva, pastoral y cercana a las periferias.
Con su salud deteriorada en los últimos años, la sucesión de Francisco ha sido objeto de especulación. Ahora, la Capilla Sixtina volverá a ser el epicentro del mundo, donde 138 cardenales menores de 80 años deberán elegir al nuevo Papa en un proceso que puede durar entre 15 y 20 días.
El actual secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, es uno de los favoritos. A sus 70 años, representa una figura de continuidad con el papado de Francisco, pero su rol como secretario podría jugarle en contra, según la tradición vaticana.
El húngaro Peter Erdö, de 72 años, es la voz del ala más conservadora. Defensor férreo de la moral tradicional, su perfil podría chocar con las reformas impulsadas por Francisco.
Desde Filipinas, Antonio Tagle, de 67 años, representa la opción más inclusiva y pastoral, con cercanía a los valores francisquistas. Sin embargo, su juventud y perfil más espiritual que administrativo podrían restarle votos.
Con 69 años, este cardenal italiano ha sido clave en tareas diplomáticas. Es considerado muy cercano a Francisco, pero su perfil bajo y la resistencia de sectores conservadores podrían dificultar su elección.
Desde Congo, Besungu (65 años) es una figura fuerte en África y presidente del Simposio de Conferencias Episcopales. Conservador en doctrina, se opuso públicamente a bendiciones de parejas del mismo sexo. Aunque conservador, se le reconoce una fuerte sensibilidad social.
A sus 62 años, este cardenal nigeriano representa una continuidad moderada con Francisco. Fue apoyado por el Papa en momentos clave y tiene un importante capital pastoral, aunque su perfil aún es poco conocido fuera del continente africano.
Con 76 años, el arzobispo de Yangón ha sido una voz firme contra la represión militar en su país. Su experiencia internacional y su trabajo humanitario lo posicionan como una figura moral, aunque su edad le resta posibilidades.
El patriarca latino de Jerusalén, de 60 años, es italiano pero ha desarrollado su ministerio en Medio Oriente. Su perfil misionero y diplomático lo convierte en una opción distinta dentro del espectro europeo.
Argentina tiene cuatro cardenales electores en el cónclave:
Ángel Sixto Rossi, con fuerte trabajo social;
Mario Poli, exarzobispo de Buenos Aires;
Vicente Bokalic, reciente cardenal con trabajo en el norte argentino;
Y Víctor Manuel “Tucho” Fernández, actual prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y figura cercana a Francisco.
Aunque ninguno figura como favorito, todos podrían incidir en negociaciones internas. Las posibilidades de que vuelva a elegirse un latinoamericano son bajas, según analistas del Vaticano.
La elección se llevará a cabo en un cónclave cerrado en la Capilla Sixtina. Solo los cardenales menores de 80 años tienen derecho a voto: en esta ocasión, serán 138 de los 252 cardenales existentes.
Para ser elegido, un candidato debe obtener dos tercios de los votos. Las votaciones se realizan hasta cuatro veces por día y los cardenales permanecen aislados del mundo exterior, sin acceso a teléfonos ni medios de comunicación.
El mundo espera entonces el icónico momento de la fumata blanca, símbolo de que hay nuevo Papa. Después, vendrá el histórico anuncio del Habemus Papam y el nuevo líder de la Iglesia Católica se asomará al balcón de la Basílica de San Pedro.
La pregunta ahora no es solo quién será el próximo Papa, sino qué Iglesia heredará y qué orientación imprimirá a los millones de católicos en el mundo:
¿Seguirá el camino de reformas iniciado por Francisco?
¿Habrá un giro conservador?
¿Se abrirá aún más hacia África o Asia?
El mundo observa con expectativa. Porque en la elección del Papa, no solo se decide un líder espiritual, sino también una visión del futuro.