

El tapir de montaña o andino (Tapirus pinchaque) vive en los bosques de neblina y páramos de Colombia, Ecuador y el norte del Perú. Cumple un rol clave como dispersor de semillas, promoviendo la diversidad vegetal y actuando como un “jardinero natural” del ecosistema.
Con un territorio estimado de 3.1 millones de hectáreas, su hábitat se encuentra en peligro debido a la fragmentación por agricultura, ganadería y carreteras, lo que agrava su situación.
En la región se encuentran tres de las cuatro especies existentes en el mundo:
Tapir de montaña (Tapirus pinchaque) – En peligro
Tapir centroamericano (Tapirus bairdii) – En peligro
Tapir amazónico o de tierras bajas (Tapirus terrestris) – Vulnerable, aunque en Perú está En Peligro Crítico
Los tapires amazónicos, que viven desde Argentina hasta Perú, dependen de zonas húmedas como ríos, cochas y pantanos, y también son claves en la dispersión de semillas, vital para la regeneración del bosque amazónico.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la población adulta del tapir amazónico no supera los 2,500 individuos, y está incluido en el Apéndice II de CITES, que regula su comercio internacional debido a su vulnerabilidad.
A pesar de su tamaño y longevidad evolutiva —con fósiles de hace más de 30 millones de años—, los tapires son animales tímidos, crepusculares y altamente vulnerables. Cada año, el Día Mundial del Tapir nos recuerda que su supervivencia depende del compromiso con la protección de su hábitat, la reducción de amenazas humanas y la educación ambiental.