

En un discurso cargado de firmeza y simbolismo nacional, Mark Carney, líder del Partido Liberal de Canadá, prometió que Canadá nunca se someterá a las pretensiones expansionistas de Donald Trump, luego de ganar las elecciones legislativas con 168 escaños, apenas cuatro por debajo de la mayoría absoluta.
“Estados Unidos quiere nuestra tierra, nuestros recursos, nuestra agua, nuestro país. Y eso no pasará, nunca jamás pasará”, sentenció Carney en la madrugada del martes al confirmarse su triunfo electoral.
Aunque aseguró que está dispuesto a negociar con Estados Unidos como dos naciones soberanas, la situación diplomática entre ambos países atraviesa su peor momento en décadas. Donald Trump, sin esperar los resultados finales, posteó el día de las elecciones que “Canadá debe convertirse en el estado 51” de EE.UU., una declaración sin precedentes que fue condenada incluso por aliados ideológicos como Pierre Poilievre, líder del Partido Conservador.
Mientras tanto, la Casa Blanca guarda silencio oficial ante la victoria liberal.
En el corazón político y cultural de Ottawa, la enorme embajada de EE.UU. permanece sin jefe oficial. El nuevo embajador, Pete Hoekstra, confirmado por el Senado hace apenas 20 días, aún no ha arribado. Aunque prometió reforzar la cooperación comercial y en seguridad, queda por ver si Trump modificará ese discurso tras los últimos roces.
Durante su alocución, Carney recalcó que Canadá tiene “muchas opciones” más allá de su único vecino terrestre, y que la política exterior bajo su liderazgo explorará alianzas estratégicas más amplias, empezando por la Unión Europea, con quien ya existe un tratado de libre comercio desde 2017.
No obstante, expertos como el politólogo Dónal Gill advierten que la dependencia económica con EE.UU. es profunda y estructural, y romperla requerirá más que voluntad política. Desde el petróleo del oeste, que se exporta casi exclusivamente a EE.UU., hasta la industria automotriz compartida con México, Canadá está atada a su vecino en una red industrial difícil de deshacer.
Trump ha impuesto nuevos aranceles a productos clave canadienses y no ha ocultado su ambición de “absorber” a Canadá, lo que Carney considera una amenaza directa a la soberanía nacional. En su primer mensaje como primer ministro electo, dejó en claro que el nacionalismo económico estadounidense no dictará el futuro de Canadá.