

Este 1 de mayo, Arequipa vive una jornada distinta marcada por la fe y la tradición. Desde las primeras horas del día, cientos de devotos llegan hasta el santuario de la Virgen de Chapi, ubicado en Charcani, para rendir homenaje a la patrona de la ciudad.
Muchos fieles realizan la peregrinación a pie, en señal de promesa o agradecimiento. En el camino, se observan velas encendidas, oraciones silenciosas y cánticos que resuenan entre los cerros. La devoción mariana se expresa con emoción, fe y esperanza.
Desde las 7 de la mañana, se celebran misas cada hora hasta las 4 de la tarde, donde se congregan familias enteras. Las voces de los creyentes llenan el aire con alabanzas, y la imagen de la Virgen de Chapi se convierte en el centro de todas las miradas.
El santuario se transforma en un espacio de encuentro espiritual. La fe se palpa en cada gesto, en cada oración y en cada lágrima. Para muchos, la Virgen no solo es un símbolo religioso, sino una madre protectora y milagrosa.
Así, en medio del Día del Trabajo, Arequipa reafirma su identidad cultural y espiritual, manteniendo viva una de sus celebraciones más profundas y queridas.