

El oficialismo boliviano afrontará un nuevo ciclo electoral marcado por la fractura interna del Movimiento al Socialismo (MAS), que por primera vez no tendrá un líder único al frente. Evo Morales, Luis Arce y Andrónico Rodríguez encabezan hoy tres facciones distintas dentro de un partido que fue hegemónico durante casi dos décadas.
“El MAS está llegando a un fin de ciclo. No va a desaparecer, pero ya no será el único actor fuerte”, afirmó a EFE la analista política Jimena Costa.
Evo Morales, fundador y símbolo histórico del MAS, ha perdido fuerza tras la pérdida del control partidario y el reciente fallo del Tribunal Constitucional, que limita la reelección presidencial a una sola vez, bloqueando sus aspiraciones.
Luis Arce, actual presidente y elegido por Morales en 2020 como su sucesor, renunció esta semana a la reelección y pidió a Morales que haga lo mismo. Su liderazgo, según Costa, carece de carisma y no se consolidó más allá de la gestión técnica.
Andrónico Rodríguez, expresidente del Senado y considerado hasta hace poco el delfín político de Morales, anunció su candidatura presidencial independiente, desmarcándose de ambos.
La ruptura formal se produjo en noviembre de 2023, cuando la Justicia y el Tribunal Electoral reconocieron a Grover García, afín a Arce, como el nuevo líder legal del MAS. Morales respondió creando su propia agrupación política, Evo Pueblo, y lanzó su candidatura pese a la restricción constitucional.
La situación se agravó cuando Rodríguez —anteriormente alineado con Morales— decidió postular por su cuenta, dejando al MAS sin una candidatura común ni una dirección estratégica clara.
Jimena Costa sostiene que Rodríguez es el que tiene mejores condiciones políticas, al no estar implicado en las tensiones entre Arce y Morales, ni ser directamente responsable de la actual crisis económica, inflación o escasez de divisas. Mientras tanto, el liderazgo de Arce es percibido como débil, más cercano a un burócrata que a un líder de masas.
La decisión del Tribunal Constitucional de reafirmar la limitación de la reelección a solo una vez —fallo que afecta directamente a Morales— podría representar el golpe definitivo a su proyecto político.