

La sarcopenia es una enfermedad degenerativa que compromete la masa muscular y disminuye significativamente la fuerza física y la movilidad. Este trastorno afecta especialmente a la población adulta mayor, aumentando el riesgo de caídas, fracturas y dependencia funcional.
Según un estudio realizado en Lima, esta condición afecta a cerca del 20 % de los adultos mayores de 40 años, siendo más frecuente en zonas urbanas de menores recursos económicos. La investigación, que analizó a 3.551 personas, también detectó una variante conocida como obesidad sarcopénica, donde la masa muscular es reemplazada por tejido graso.
“Esto puede perjudicar la capacidad de la persona para cuidar de sí misma”, advierte el geriatra Fernando Runzer, coautor del estudio y docente de la Universidad Científica del Sur.
Uno de los principales desafíos en la lucha contra la sarcopenia es la falta de un criterio diagnóstico universal. Para este estudio, los investigadores utilizaron tecnología avanzada para medir la masa muscular, evaluando además la fuerza física y el rendimiento funcional de los participantes.
“Los criterios de diagnóstico deben adaptarse a cada población debido a características anatómicas, raciales y genéticas”, señala Runzer.
En Latinoamérica, la estatura y la complexión física requieren ajustes específicos en las fórmulas diagnósticas, en contraste con países como Estados Unidos, donde los parámetros pueden no ser aplicables.
Los principales factores de riesgo para desarrollar sarcopenia incluyen:
Enfermedades cardiovasculares
Trastornos metabólicos (como la diabetes)
Problemas osteomusculares
Alteraciones en la salud mental
Estas condiciones pueden limitar el movimiento, generar dolor crónico y afectar la motivación para mantener una vida activa.
El estudio concluye que la prevención es fundamental. Mantener un estilo de vida saludable, realizar actividad física regular y evitar el consumo de alcohol y tabaco son estrategias eficaces para evitar el deterioro muscular.
Asimismo, Runzer recomienda revisiones médicas periódicas, sobre todo en personas con hipertensión, diabetes u osteoporosis.
“Detectar la sarcopenia a tiempo y adaptar el tratamiento puede reducir sus efectos y mejorar la calidad de vida”, puntualiza.