

Corea del Norte anunció una reestructuración total de su cúpula militar tras el accidente del nuevo destructor del régimen, ocurrido el 21 de mayo durante una botadura presidida por Kim Jong-un, quien calificó el hecho como “un acto criminal intolerable”.
Durante una sesión de la Comisión Militar del Partido de los Trabajadores, se destituyó al director de la Oficina de Artillería y al jefe de Seguridad de las Fuerzas Armadas, y se nombraron seis nuevos comandantes y varios comisarios políticos.
La agencia estatal KCNA informó que el encuentro fue clave para “reforzar las capacidades de defensa nacional” y “mantener la superioridad estratégica y táctica” de Corea del Norte. También se aprobaron proyectos científicos y de defensa, aunque sin detalles específicos.
El destructor, que zozobró durante su ceremonia de botadura, provocó la detención de varios altos funcionarios, incluyendo al subdirector del Departamento de la Industria de Municiones del partido.
Este tipo de admisión pública es extremadamente rara en Corea del Norte, un país que suele ocultar fallos para no mostrar debilidad.
Esta purga militar coincide con un aumento en la retórica belicista del régimen contra Estados Unidos, al que acusa de preparar un escenario de guerra nuclear en el espacio con su programa de defensa antimisiles orbitales.
Según Pionyang, el sistema que Washington planea construir será “el detonante de una carrera armamentística nuclear y espacial”, y afirma que la única garantía de seguridad norcoreana es mantener “un poder incomparable”.