Un ciudadano peruano de 29 años, identificado como Diego Edson Morales García, fue detenido el pasado 24 de mayo en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, Buenos Aires, cuando intentaba abordar un vuelo con destino final a Milán, Italia, tras transportar en su cuerpo 90 cápsulas de cocaína.

Morales había salido desde Lima la madrugada del 23 de mayo con una mochila negra, un pasaporte peruano y más de 800 gramos de droga en su organismo. Su ruta incluía una escala en Buenos Aires y otra en Frankfurt, Alemania, antes de llegar a Italia. Sin embargo, nunca abordó el último tramo: fue descubierto por su actitud nerviosa y contradicciones en el control migratorio.

Viajó más de 36 horas como una bomba interna

Según el medio argentino Clarín, Morales abordó en Lima un vuelo de Sky Airline con destino al Aeroparque Jorge Newbery. Tras aterrizar en Buenos Aires, tomó un taxi hacia Ezeiza, desde donde debía abordar el avión rumbo a Europa. Durante más de un día entero, transportó droga en su intestino, con el riesgo constante de morir por intoxicación si una cápsula se rompía.

En Ezeiza, los agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) notaron su actitud inquieta y su incapacidad para explicar por qué usó dos aeropuertos distintos. Fue llevado a una sala de control, donde una tomografía reveló múltiples cápsulas en su abdomen.

Internado cuatro días y bajo estricta vigilancia

Morales fue trasladado al Hospital de Ezeiza, donde expulsó las 90 cápsulas entre el 24 y el 28 de mayo. El pesaje final arrojó 698 gramos de clorhidrato de cocaína. Los médicos aseguraron que su vida corrió peligro: una sola cápsula rota habría provocado su muerte inmediata.

“Viajó como una bomba viviente. No fue una víctima, fue un actor consciente de lo que hacía”, expresó el juez Marcelo Aguinsky, a cargo del Juzgado Penal Económico N.º 6, que lleva el caso.

Procesado y en silencio absoluto

Morales fue procesado con prisión preventiva y se ordenó un embargo por 48 millones de pesos argentinos. Durante la audiencia judicial, optó por no declarar, no dio información sobre los responsables del cargamento y solo pidió atención médica por padecimientos crónicos, como una hernia discal, colesterol elevado y una malformación ósea en el brazo.

Además, solicitó que el dinero incautado le sea entregado en moneda local para cubrir gastos dentro del penal. Las autoridades creen que su silencio busca proteger a la red de narcotráfico internacional detrás del traslado.