

Durante una reunión televisada con su gabinete, el mandatario ruso Vladímir Putin rechazó de forma contundente cualquier posibilidad de diálogo con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, luego de acusarlo de dirigir ataques terroristas contra civiles rusos.
“¿Quién conversa con aquel que apuesta por el terror, con terroristas?”, declaró visiblemente molesto.
Putin alegó que la supuesta implicación de Kiev en los descarrilamientos de trenes en Briansk y Kursk, que dejaron al menos siete muertos y más de 100 heridos, prueba que Ucrania ha “cruzado una línea roja”.
Según Putin, los atentados no fueron ejecutados solo por comandos o inteligencia militar, sino que “la decisión se tomó a nivel político”. Dijo que el objetivo es “torpedear el proceso negociador”, aludiendo a las rondas de diálogo previstas en Estambul.
“El ataque fue realizado intencionadamente contra la población civil en víspera de nuevas negociaciones”, sostuvo.
Putin también descartó un alto el fuego, calificando la propuesta de “estrategia para rearmar al régimen de Kiev”.
“Una tregua solo serviría para atiborrar al régimen con armamento occidental y preparar más actos terroristas”, afirmó.
Incluso se mostró escéptico ante la negativa de Ucrania a permitir treguas de corto plazo para recoger cadáveres en el frente: “El poder es más importante que la paz y la vida de las personas para ellos”.
Durante las negociaciones recientes en Estambul, Rusia presentó un exigente memorándum a Ucrania, que incluía:
Reconocer la anexión de cinco regiones, incluida Crimea.
Renunciar a ingresar en la OTAN u otros bloques militares.
Reducir el tamaño de sus Fuerzas Armadas.
Convocar elecciones presidenciales y parlamentarias dentro de 100 días tras el fin de la ley marcial.
Ucrania rechazó el documento y reafirmó su negativa a aceptar la neutralidad impuesta por Moscú.
Mientras Rusia proponía su memorándum, Ucrania ejecutó la “Operación Telaraña”, un ataque coordinado con drones contra cinco aeródromos rusos, incluyendo instalaciones estratégicas en Siberia, donde fueron destruidos varios bombarderos de largo alcance.
Finalmente, el líder ruso volvió a calificar al gobierno ucraniano como “un régimen ilegítimo podrido por la corrupción”, e insistió en que sus patrocinadores internacionales “se están convirtiendo en cómplices del terrorismo”.