

Milett Figueroa impactó a su audiencia al sincerarse en el programa de streaming ‘Ouke’ con Carlos Orozco sobre su participación en el concurso Miss Supertalent of the World 2016 en Corea del Sur. Lejos del glamour, su testimonio mostró un escenario de explotación laboral, maltrato y presión extrema.
“Fue una experiencia que no volvería a repetir. Y por una corona, no lo haría”, afirmó con contundencia.
Milett relató que las jornadas empezaban a las 5 a. m. y se extendían hasta las 8 p. m. “Tenía que estar lista a las 7 a. m. y desde las 8 hasta las 8 de la noche nos hacían trabajar en todas las empresas de maquillaje de Corea”, contó.
Durante casi un mes, las concursantes no recibieron remuneración, a pesar de estar involucradas en actividades promocionales intensas.
“Nos explotaron prácticamente un mes trabajando y no teníamos ninguna paga”, denunció.
Una de las situaciones más incómodas fue la restricción para alimentarse. Según Figueroa, si no comían dentro de la hora asignada, pasaban el resto del día “en tacos y maquilladas”.
La comida ofrecida rara vez satisfacía a las participantes. “Si no te gustaba lo que te servían, no comías. Muchas preferimos McDonald’s cuando pudimos”, recordó.
La modelo también sorprendió al confirmar que parte del premio obtenido fue cedido a Jessica Newton, directora del Miss Perú y representante de la franquicia.
“Fue un acuerdo, y ella era la directora. Así funcionan las cosas”, explicó.
Aunque dijo que fue consensuado, la revelación generó cuestionamientos sobre la transparencia en estos procesos y el rol de las organizadoras nacionales.
A raíz de su experiencia, Milett aprovechó la entrevista para lanzar un mensaje claro:
“No animaría a las chicas a que se metan a concursos de belleza y se vayan solas a otro país.”
Con esta advertencia, se sumó a voces como la de Rachel Gupta, ex Miss Grand International 2024, quien denunció públicamente maltratos y abandono durante su reinado.
Sus declaraciones se viralizaron rápidamente en redes sociales, donde muchas usuarias y activistas del feminismo digital la respaldaron por romper el silencio en un sistema históricamente opaco.