

Cristian Miguel Orozco Palomino, un hombre buscado desde 1996 por un asesinato en Miami, fue capturado recientemente en Lima, donde llevaba una vida aparentemente normal bajo una identidad falsa. Durante casi 30 años, Orozco burló a las autoridades de Estados Unidos y Perú, trabajando incluso en un cargo clave dentro del sistema aeronáutico nacional.
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Según reportes de Latina Noticias, Orozco integró en los años noventa la banda criminal Orgullo Centroamericano. En 1996, habría participado en el asesinato de James Christian Schwartz, un ciudadano estadounidense en Miami. Desde entonces, se convirtió en prófugo internacional.
Al llegar a Perú, adoptó la identidad de Eduardo Enrique Albarracín Trillo, oficial de la Fuerza Aérea del Perú (FAP). No solo falsificó documentos, sino que consiguió una placa militar y un brevete oficial. Con esa identidad falsa logró ingresar a Corpac, donde trabajó como controlador de tránsito aéreo en la Gerencia de Operaciones Aeronáuticas, sin que nadie sospechara su verdadero pasado.
Incluso el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) validó sus documentos falsos, lo que ha desatado una investigación paralela sobre fallas en el sistema de verificación de identidad.
Durante años, Orozco vivió tranquilamente en un departamento en Cercado de Lima, mantenía rutinas deportivas y un estilo de vida sin sobresaltos. Pero una operación conjunta entre la Policía Nacional del Perú (PNP) y el FBI logró ubicarlo y capturarlo, tras semanas de vigilancia.
Los agentes reunieron evidencia clave: videos, registros y documentación que confirmaba la suplantación de identidad. Durante su arresto, Orozco intentó negar los cargos alegando que no existía una denuncia formal, pero las autoridades estadounidenses ya habían solicitado su extradición.
Se espera que Orozco Palomino sea extraditado a EE.UU. en las próximas semanas, donde enfrentará una acusación de homicidio y podría ser recluido en una prisión de máxima seguridad.
El caso ha dejado en evidencia profundas fallas institucionales en Reniec, FAP y Corpac, al permitir que un prófugo internacional accediera a una identidad oficial y trabajara en un puesto sensible durante décadas.
Tanto las autoridades peruanas como estadounidenses han elogiado la cooperación binacional, aunque persisten preguntas clave:
¿Cuántos casos similares podrían haber pasado desapercibidos?
¿Qué mecanismos fallaron en la verificación de identidad?
Este caso demuestra no solo la audacia de un prófugo internacional, sino también las grietas en los sistemas de control en Perú. Mientras Orozco espera su traslado a Estados Unidos, las investigaciones continúan en busca de cómplices y más responsables dentro del aparato institucional.