

El Gobierno del presidente Donald Trump ha decidido pausar su campaña de redadas contra migrantes en sectores económicos estratégicos como la agricultura y la hostelería, según reveló este viernes The New York Times.
La decisión, confirmada por funcionarios estadounidenses y un correo interno del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas), responde a la creciente preocupación dentro de la Casa Blanca sobre el impacto negativo de estas medidas en circunscripciones electorales clave de cara a las elecciones legislativas del próximo año.
En un mensaje enviado este jueves al personal del ICE, se ordenó suspender todas las operaciones de cumplimiento de la ley en centros de trabajo del sector agrícola, incluyendo acuicultura y plantas empacadoras de carne, así como en restaurantes y hoteles.
Estas nuevas directrices surgen tras intensas protestas en Los Ángeles y otras ciudades contra la política migratoria de “mano dura” promovida por Trump desde su retorno a la Casa Blanca en enero. Incluso el propio presidente admitió que las redadas estaban afectando negativamente al sector agrícola, que en estados como California depende casi exclusivamente de mano de obra inmigrante.
Según analistas políticos, esta pausa estratégica en las redadas busca proteger el apoyo electoral de Trump en regiones que dependen de la migración para sostener sus economías. A pesar de la suspensión, la administración asegura que seguirá enfocándose en deportar a delincuentes extranjeros peligrosos.
“Obedeceremos las instrucciones del presidente”, aseguró Tricia McLaughlin, portavoz del Departamento de Seguridad Nacional. “Seguiremos trabajando para sacar de las calles a los peores delincuentes ilegales”.
Desde su regreso al poder, Trump ha impulsado una política migratoria agresiva, ordenando a ICE realizar hasta 3.000 arrestos diarios, una cifra que refleja la intensificación de las redadas a gran escala en todo el país.
La presión del ala dura de su Gobierno llevó incluso a reuniones urgentes con la cúpula del ICE, evidenciando que, pese a esta pausa táctica, la deportación masiva sigue siendo una prioridad para la administración Trump.