

En medio de un clima de pánico extremo en el gobierno iraní, el régimen ejecutó este miércoles a un ciudadano acusado de espiar para el Mossad, el servicio de inteligencia israelí. La ejecución ocurre tras filtraciones de inteligencia letales y ataques de alta precisión atribuidos a Israel, que han dejado en evidencia la vulnerabilidad de los servicios secretos iraníes.
El Mossad israelí ha operado durante más de una década dentro del territorio iraní, según fuentes de inteligencia. A través de una combinación de reclutamiento humano, tecnología de punta y guerra psicológica, ha penetrado incluso en las instituciones más seguras del país, como la Guardia Revolucionaria y las instalaciones nucleares.
Entre sus operaciones más audaces se encuentran:
El asesinato del científico nuclear Mohsen Fakhrizadeh en 2020 con una ametralladora robotizada controlada por satélite.
El sabotaje a las centrifugadoras de la planta nuclear de Natanz en 2021 mediante explosivos colocados por agentes infiltrados.
El uso de drones, IA, robótica y ciberataques, como el famoso virus Stuxnet, que ralentizó el programa nuclear iraní.
La reacción del régimen ha sido drástica: redadas masivas, ejecuciones y vigilancia civil extrema. Medios iraníes reportan que el gobierno ha pedido a la población que denuncie a personas sospechosas, incluyendo a quienes usen gafas de sol de noche, reciban paquetes frecuentemente o tomen fotos cerca de zonas militares.
En una medida inédita, el jefe policial Ahmad Reza Radan instó a quienes hayan sido “manipulados por el enemigo” a entregarse voluntariamente, ofreciendo "trato indulgente" para algunos y "una lección dura" para quienes sean capturados.
Más allá de las bombas o drones, el mayor impacto del Mossad ha sido psicológico. En Irán, el miedo a una infiltración total ha generado divisiones internas en la Guardia Revolucionaria, múltiples purgas en inteligencia, y una desconfianza creciente entre altos mandos.
La respuesta desesperada del régimen incluye:
Reestructuración de los servicios de inteligencia.
Operativos nocturnos con la fuerza paramilitar Basij.
Restricciones a la población civil y un ambiente generalizado de sospecha.
Informes revelan que el Mossad ha contado con apoyo de actores regionales como milicias kurdas en Irak, grupos baluchíes en la frontera con Pakistán, y colaboración logística desde países como Emiratos Árabes Unidos y Azerbaiyán. También ha explotado redes de la oposición iraní en el exilio para reclutar espías y recabar inteligencia crítica.
El régimen iraní enfrenta una amenaza existencial: una guerra de inteligencia abierta, con Israel sembrando caos desde dentro. Mientras ejecuta espías y refuerza la vigilancia, el miedo paraliza a una élite militar que ya no sabe en quién confiar.