

Miles de personas salieron a las calles este viernes en Carrefour, al sur de Puerto Príncipe, para protestar contra la inseguridad y el alto costo de vida. La manifestación fue convocada por Chrisla, jefe de una banda armada que controla el municipio desde hace años.
La protesta dejó completamente paralizada la ciudad, incluyendo el servicio de transporte público interurbano, que no funcionó durante toda la jornada.
En Carrefour, como en muchas otras zonas de Haití, no hay comisarías operativas ni presencia policial. Las bandas armadas han ocupado el vacío institucional: imponen su propia ley, resuelven conflictos entre habitantes y controlan los servicios básicos.
El Hospital de Diquini, único centro sanitario de la zona, recibe a diario a miembros heridos de pandillas, especialmente aquellos que sufren ataques con drones armados, una tecnología cada vez más usada en los enfrentamientos.
Las manifestaciones encabezadas por líderes de pandillas como Chrisla suelen tener asistencia masiva, muchas veces por temor a represalias si no se participa.
El clima de violencia no da tregua. Según datos de la ONU, entre enero y mayo de 2025, al menos 2.680 personas fueron asesinadas por la violencia armada interna. Haití cuenta actualmente con 1,3 millones de desplazados, de los cuales más de la mitad son niños y adolescentes.
El país caribeño enfrenta una emergencia humanitaria y de seguridad sin precedentes, mientras la comunidad internacional sigue evaluando posibles respuestas ante el colapso del Estado de derecho en grandes zonas del territorio.