

La comunidad global de verificación de datos está atravesando una tormenta financiera. El posible cierre mundial del programa de verificación de Meta —anunciado inicialmente en Estados Unidos— podría dejar sin fondos a decenas de organizaciones que dependen de este respaldo para combatir la desinformación.
Durante la Global Fact 12, el evento más importante del sector celebrado en Río de Janeiro, quedó claro que el fin del programa es cuestión de tiempo. “Estábamos aquí antes del programa de Meta y estaremos después”, afirmó Angie Holan, directora de la Red Internacional de Verificación de Datos (IFCN).
Una encuesta revelada en la cumbre —con datos de 56 organizaciones de 32 países— mostró que más del 50 % teme por su supervivencia si Meta detiene su financiación. Un 10 % depende exclusivamente de estos fondos.
“En Europa, podríamos perder 16 millones de euros al año y 250 empleos”, advirtió Chris Morris, de Full Fact.
Este recorte también ha desatado un efecto dominó: otras instituciones están retirando su apoyo financiero, influenciadas por las críticas públicas que acusan a los verificadores de “censura” o sesgo político.
Tanto Meta como X (ex Twitter) han comenzado a implementar las llamadas “notas de la comunidad”, donde usuarios anónimos (no profesionales) etiquetan o corrigen contenidos virales.
Pero el modelo genera serias dudas. “El 90 % de los usuarios no ve estas notas, y muchas de ellas se basan en Wikipedia o incluso en nuestros propios artículos”, señaló Maarten Schenk, de Lead Stories.
Además, estas herramientas no son imparciales: “Es casi imposible que se publique una nota que cuestione a Elon Musk”, denunció Alex Mahadevan, director de MediaWise.
Las organizaciones coinciden en que el futuro está en diversificar ingresos y acercarse al público. “Tenemos que ser más creativos y colaborativos. Ya no podemos depender de fondos externos que pueden irse de un día a otro”, explicó Laura Zommer, de Factchequeado.
Y mientras se discute cómo sobrevivir al recorte de Meta, surge un nuevo desafío: la inteligencia artificial, que multiplica la creación de desinformación y plantea una nueva demanda de verificación en tiempo real.
“La gente sigue buscando la verdad. Solo debemos demostrar que aún podemos ayudarles a encontrarla”, concluye Holan.