

Durante la ceremonia budista de larga vida (tenshug) celebrada en su residencia de Dharamshala, el Dalái Lama hizo su primera aparición pública tras anunciar su plan de sucesión. Allí, lanzó un mensaje claro de continuidad:
“He hecho mi mejor esfuerzo hasta ahora (...). Espero vivir otros 30 o 40 años más. Nuestras oraciones tienen su fruto”, declaró ante miles de seguidores.
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El líder espiritual tibetano atribuyó su vitalidad a la guía de Avalokiteshvara, la deidad de la compasión de la que se considera una encarnación. Según dijo, cada mañana reza para desarrollar “la mente del despertar” y siente “claras señales” de protección espiritual.
El Dalái Lama también instó a sus seguidores a mantener la fe colectiva, comparando su fuerza espiritual con la unidad del pueblo chino durante la Revolución Cultural:
“Si mantenemos nuestra fe determinada en Avalokiteshvara, nuestras súplicas tendrán efecto”, aseguró.
Este mensaje llega mientras el budismo tibetano enfrenta una crisis de sucesión, ya que el gobierno chino pretende controlar el proceso de selección del próximo Dalái Lama, algo que la comunidad en el exilio rechaza rotundamente.
El Dalái Lama aprovechó la ocasión para recordar sus encuentros con líderes políticos —incluido Mao Zedong— y reivindicar su enfoque de “humanismo secular”, que trasciende religiones:
“Todos nos esforzamos por alcanzar la felicidad y evitar el sufrimiento. Todos somos iguales”, reflexionó.
En sus palabras finales, reafirmó su compromiso con el servicio universal:
“La esencia del Dharma de Buda es la Bodhichitta: generar la mente del despertar para ayudar a uno mismo y a los demás”.