lunes 08 de diciembre de 2025 - Edición Nº524

Salud | 30 oct 2025

Estudio revela que la gripe, el COVID-19 y el VIH aumentan el riesgo de infarto e ictus durante meses

Un análisis de más de 150 estudios internacionales advierte que diversas infecciones virales —desde la gripe común hasta el herpes zóster— pueden elevar de forma significativa el riesgo de infarto e ictus semanas o incluso meses después del contagio. Los investigadores alertan que la inflamación generada por el sistema inmunitario podría ser la clave de esta peligrosa relación.


Un nuevo análisis científico ha encendido las alarmas sobre el impacto silencioso de los virus en el corazón. Según un estudio publicado en el Journal of the American Heart Association, contagiarse de gripe, COVID-19, VIH o incluso herpes zóster puede multiplicar el riesgo de infarto e ictus durante semanas o meses después de la infección.

El trabajo, liderado por Kosuke Kawai, epidemiólogo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), analizó 155 estudios y halló vínculos claros entre infecciones virales agudas o crónicas y un mayor riesgo cardiovascular.

“Las infecciones víricas se asocian a riesgos tanto a corto como a largo plazo de enfermedades cardiovasculares”, afirmó Kawai.

Riesgo inmediato y persistente

Durante el primer mes tras una infección de gripe, las personas tienen cuatro veces más probabilidades de sufrir un infarto y cinco veces más de padecer un ictus.
En el caso del COVID-19, el riesgo de eventos cardiovasculares graves se triplica en los tres meses posteriores, y puede mantenerse elevado hasta un año después.

Las infecciones crónicas también suponen un riesgo:

  • Las personas con VIH presentan un 60 % más de probabilidad de infarto.

  • Quienes tienen hepatitis C, un 27 % más.

  • Y los que han tenido herpes zóster, un 12 % más, incluso cinco años después.

Un riesgo global y creciente

Cada año se reportan 1,3 millones de nuevos casos de VIH y un millón de hepatitis C en el mundo. En Europa, el herpes zóster afecta a entre 6 y 10 personas por cada 1.000 habitantes anualmente, cifras que podrían traducirse en miles de infartos adicionales relacionados con infecciones virales, advierte Kawai.

Inflamación: el enemigo invisible

Los virus activan el sistema inmunitario, que libera moléculas inflamatorias y altera la coagulación de la sangre. Esa inflamación prolongada podría dañar los vasos sanguíneos y aumentar la probabilidad de coágulos, explican los autores.

“La inflamación y la coagulación, necesarias para combatir la infección, también pueden afectar el corazón y el cerebro”, señala el informe.

La vacuna, una aliada clave

La buena noticia es que las vacunas podrían reducir significativamente el riesgo. Estudios previos muestran que vacunarse contra la gripe puede disminuir un 34 % las hospitalizaciones o muertes cardiovasculares.
Los expertos recomiendan también inmunizarse contra la COVID-19 y el herpes zóster, especialmente en personas con antecedentes cardíacos.

“Prevenir las infecciones virales puede ser tan importante para el corazón como controlar el colesterol o la presión arterial”, concluye Kawai.

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