Un nuevo estudio científico revela que mejorar la alimentación y mantenerse físicamente activo reduce la acumulación de grasa visceral, considerada la más peligrosa para la salud por rodear órganos vitales y aumentar el riesgo de enfermedades metabólicas.
Investigadores del Reino Unido explican que, aunque bajar de peso es positivo, el lugar donde se almacena la grasa es determinante. La grasa subcutánea —la que se puede pellizcar bajo la piel— no es tan dañina como la visceral, que se oculta en el abdomen.
El doctor Shayan Aryannezhad, investigador de la Universidad de Oxford, precisó que los cambios en el estilo de vida no solo reducen kilos, sino que modifican la distribución de la grasa corporal, factor clave para la salud metabólica. “No toda la pérdida o ganancia de peso es igual”, destacó el especialista.
El estudio, publicado en JAMA Network Open, siguió durante siete años a más de 7.200 adultos de mediana edad. Los resultados revelaron que quienes mejoraron su dieta o aumentaron su actividad física mostraron una ganancia de peso más lenta y menor acumulación de grasa visceral. Los mejores resultados se dieron en quienes combinaron ambas prácticas.
Según los datos, esas personas acumularon 1,9 kilos menos de grasa total y 150 gramos menos de grasa visceral, lo que representa alrededor del 7% de la grasa corporal total y 16% de la grasa visceral.
Incluso al ajustar los resultados por el índice de masa corporal (IMC), las diferencias se mantuvieron, lo que confirma que la grasa visceral es la primera en reducirse cuando se adoptan estilos de vida saludables.
La doctora Nita Forouhi, de la Universidad de Cambridge, resaltó que estos cambios en la mediana edad no solo reducen peso, sino que también disminuyen el riesgo de enfermedades metabólicas y favorecen un envejecimiento más saludable.
“Pese a los entornos que fomentan la mala alimentación y el sedentarismo, pequeños cambios sostenidos pueden generar grandes beneficios”, concluyó.