

Los nuevos aranceles chinos a las mercancías agropecuarias estadounidenses entran en vigor hoy, marcando un nuevo capítulo en la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Esta medida responde a las tasas previamente impuestas por Washington sobre productos chinos, una acción que Pekín ha justificado como una respuesta legítima a la injusticia comercial.
La portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning, señaló en una rueda de prensa que China nunca ha buscado intencionalmente que EE. UU. enfrente un déficit comercial con el país asiático. Según Mao, este desequilibrio es simplemente el resultado de las leyes del mercado y las estructuras económicas de ambas naciones.
Mao Ning destacó que, gracias al comercio con China, los consumidores estadounidenses se benefician de productos importados a precios más bajos, lo que ha incrementado su capacidad de consumo y ha favorecido la creación de empleos en sectores como el transporte, el comercio electrónico y las ventas minoristas.
"Buscar una reciprocidad absoluta en términos de comercio va en contra del sentido común", advirtió Mao, sugiriendo que los consumidores y empresas estadounidenses no deben subestimar las consecuencias de una guerra comercial. Además, remarcó que es "imposible ocultar" que EE. UU. tiene una agenda de contener a China a través de los asuntos comerciales, y agregó que quienes inician una guerra comercial terminan daniéndose a sí mismos.
A partir de hoy, China implementará aranceles del 15 % a productos como pollo, trigo y maíz, mientras que otras mercancías, como soja, carne de cerdo, carne de vacuno, productos acuáticos, frutas y lácteos, estarán sujetas a aranceles del 10 %. También estarán gravados con un 15 % productos como el algodón, y con un 10 % artículos como las verduras y el sorgo.
Esta medida de China se da en el contexto de una creciente tensión comercial con Estados Unidos, que ha visto cómo las exportaciones agropecuarias estadounidenses a China disminuyen en los últimos años. En particular, China ha reducido su dependencia de productos clave como la soja estadounidense, favoreciendo a Brasil, que ha logrado captar un mayor porcentaje de las importaciones chinas en los últimos tiempos.
Por su parte, el presidente estadounidense Donald Trump había tomado medidas enérgicas contra Pekín, duplicando los aranceles adicionales sobre productos chinos a un 20 %. Trump justificó esta decisión por lo que considera la falta de acción de China para frenar la entrada de fentanilo en EE. UU., aunque China ha negado rotundamente que el país no esté haciendo lo suficiente en su lucha contra las drogas.
China es uno de los principales destinos de las exportaciones agropecuarias estadounidenses. En 2024, por ejemplo, importó 13,76 millones de toneladas de maíz, de las cuales 2,07 millones provinieron de Estados Unidos. No obstante, en los últimos años, Brasil y Ucrania han ganado terreno y han superado a EE. UU. como principales proveedores de maíz.
En cuanto al trigo, China importó 1,90 millones de toneladas de trigo estadounidense, lo que representó el 17,3 % del total de sus importaciones de este cereal. Sin embargo, la dependencia de China respecto a la soja estadounidense ha disminuido considerablemente, cayendo al 21 % del total de las importaciones de este producto.
Este nuevo capítulo en la guerra comercial, que comenzó en la primera presidencia de Trump (2017-2021), no solo ha afectado al sector agropecuario, sino que también ha tenido un impacto significativo en otros sectores clave. Además de los aranceles, China ha añadido empresas estadounidenses a su lista de control de exportaciones y ha lanzado investigaciones contra Google, una señal de que la tensión podría seguir escalando.