

Robert F. Kennedy, secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, ha anunciado una reforma para eliminar el programa GRAS (Generalmente Reconocido como Seguro), el cual ha sido duramente criticado por permitir que la industria alimentaria apruebe sustancias químicas en los alimentos sin la intervención adecuada de la FDA.
Este programa fue diseñado originalmente para permitir el uso de ingredientes seguros y de uso común, como el ajo o el vinagre. Sin embargo, con el tiempo, se convirtió en una laguna legal que ha permitido a los fabricantes autorizar aditivos sin proporcionar datos de seguridad verificables a la FDA.
Un análisis del Environmental Working Group (EWG) revela que casi el 99% de los productos químicos nuevos utilizados en alimentos desde el año 2000 fueron aprobados por los propios fabricantes, sin que la FDA los evaluara. Esto ha generado un clima de preocupación, ya que muchos de estos aditivos fueron posteriormente identificados como peligrosos, como el aceite vegetal bromado (BVO) o el colorante rojo n.º 3, ambos vinculados a graves problemas de salud.
Robert F. Kennedy subraya que esta situación ha permitido que ingredientes con datos de seguridad desconocidos lleguen al mercado sin la supervisión adecuada, lo que representa un riesgo para los consumidores. “Es hora de eliminar esta laguna legal”, comentó Kennedy. “Queremos asegurar que los ingredientes en los alimentos sean seguros y proporcionar transparencia al consumidor”.
A pesar de que la propuesta ha sido recibida positivamente por muchos expertos en salud pública, la reforma enfrenta obstáculos. Marion Nestle, profesora de la Universidad de Nueva York, destacó que las empresas alimentarias no deberían decidir por sí mismas si sus aditivos son seguros. Sin embargo, algunos analistas advierten que la industria alimentaria podría resistirse a la reforma debido a su enorme influencia política y económica.
Por otro lado, Robert Califf, excomisionado de la FDA, señala que cualquier cambio en el proceso GRAS tendrá que enfrentarse a un lobby poderoso, que ha bloqueado intentos de reforma durante años. Además, hay preocupación por los costos asociados con la evaluación rigurosa de aditivos, que podría aumentar los precios de los alimentos.
Kennedy también se ha reunido con los ejecutivos de grandes compañías alimentarias como Kraft Heinz, Pepsi, Kellogg’s y Tyson Foods para encontrar un equilibrio entre la innovación alimentaria y la seguridad del consumidor. A pesar de los obstáculos, muchos coinciden en que la transparencia y la evaluación independiente son claves para proteger a los consumidores de ingredientes no probados y potencialmente peligrosos.
En resumen, la reforma del programa GRAS puede marcar un cambio crucial hacia una industria alimentaria más responsable. Sin embargo, la resistencia de los lobbies, la financiación insuficiente de la FDA y los posibles costos adicionales son retos significativos que deben superarse para garantizar la efectividad de la medida.