

Un nuevo capítulo de violencia golpea al fútbol amateur peruano. El último domingo, en el estadio municipal Víctor Raúl Haya de la Torre, ubicado en el distrito de La Esperanza (La Libertad), un partido de la Copa Perú terminó de manera abrupta y lamentable luego de que el árbitro principal Mike Asto y sus asistentes fueran agredidos por jugadores y miembros del comando técnico de Defensor Jerusalén.
Todo se desató a los 43 minutos del primer tiempo, cuando el árbitro sancionó un penal a favor de Juventud Bellavista con el marcador aún empatado sin goles. La decisión encendió los ánimos del equipo local, cuyos jugadores rodearon de inmediato al colegiado, reclamando airadamente y con evidente violencia.
Videos captados por asistentes al partido muestran cómo empujones, gritos e incluso golpes menores llegaron a impactar a la terna arbitral. Los jueces de línea intentaron calmar la situación sin éxito, mientras que la policía presente no logró contener la agresión en un primer momento. Los árbitros terminaron replegándose hacia la zona técnica del equipo visitante, buscando refugio entre la confusión y el caos.
La tensión no disminuyó, y ante la falta de garantías, el árbitro Mike Asto optó por suspender el partido, dejando el marcador en empate 0-0.
De acuerdo con información de RPP, se espera el informe oficial del equipo arbitral para que la liga distrital correspondiente determine las sanciones. Se barajan medidas que van desde la suspensión de jugadores hasta la eliminación de equipos implicados.
La Copa Perú, aunque una plataforma vital para el descubrimiento de nuevos talentos, también ha sido tristemente protagonista de una larga lista de hechos violentos, insólitos y trágicos:
En Nueva Cajamarca, el joven jugador Helar Gonzales Altamirano (21) falleció tras un impacto en un partido del Club Real Titan NC.
En Casma, un árbitro respondió con una patada de artes marciales a un miembro del cuerpo técnico rival que intentó agredirlo con una botella.
En Moyobamba, dos camilleros fueron expulsados con tarjeta roja por levantar mal a un jugador lesionado, generando una escena insólita.
En Chilca, durante una tanda de penales, un futbolista derribó el arco con la fuerza de su remate, lo que le valió la expulsión por “daños a la infraestructura”.
Los reiterados episodios violentos ponen en tela de juicio la organización, seguridad y profesionalismo en muchos encuentros de la Copa Perú. Expertos y aficionados piden una intervención más decidida de la Federación Peruana de Fútbol, así como mayores recursos para asegurar la integridad física de los árbitros y los jugadores.
Este incidente en La Libertad reaviva el debate sobre la urgencia de reformar el torneo amateur más grande del país, cuyo potencial deportivo no puede seguir viéndose opacado por la violencia.