

El Ejército paquistaní ha elevado a 71 el número de insurgentes abatidos en los últimos días, desde el pasado viernes, 25 de abril, durante un enfrentamiento con grupos armados en la región fronteriza con Afganistán. Según el Ejército de Pakistán, los insurgentes, supuestamente respaldados por India, intentaban ingresar al país cuando fueron localizados y neutralizados en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, en el distrito de Waziristán del Norte.
El ISPR (Oficina de Medios del Ejército paquistaní) informó que los enfrentamientos se extendieron hasta la madrugada del 28 de abril y permitieron la recuperación de armas, municiones y explosivos de los insurgentes abatidos. Esta operación forma parte de los esfuerzos del Ejército para proteger las fronteras de Pakistán y prevenir cualquier intento de desestabilización de la nación.
La ofensiva ocurre en un contexto de alta tensión entre Pakistán e India, tras el reciente ataque en Cachemira que dejó 25 muertos y que las autoridades indias han atribuido a grupos extremistas paquistaníes. Pakistán ha negado su implicación en el ataque y ha solicitado una investigación neutral.
Este clima de confrontación también ha llevado a ambos países a reducir drásticamente sus relaciones diplomáticas, con medidas como la expulsión de diplomáticos y el cierre de fronteras. Además, la India ha suspendido el Tratado de Aguas del Indo, un acuerdo clave de 1960 que ha sobrevivido a décadas de conflictos entre ambos países.
La operación también pone de manifiesto la continua amenaza del Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP), grupo extremista que, según el Gobierno paquistaní, está vinculado con las operaciones insurgentes en la región. El TTP se ha convertido en una de las principales amenazas para la seguridad en el país, especialmente en las zonas fronterizas con Afganistán.