

Desde el Vaticano y en plena cobertura del funeral del papa Francisco, el ministro de Relaciones Exteriores, Elmer Schialer, abordó el prolongado silencio de la presidenta Dina Boluarte frente a los medios de comunicación, señalando que se debe tener "fe" en que la mandataria eventualmente retomará el diálogo directo con la prensa.
“Los tiempos del Señor son los tiempos del Señor. Tengamos fe (…) Yo respeto mucho la labor periodística, pero… tengamos fe, de verdad”, dijo en entrevista con Exitosa.
La presidenta lleva más de seis meses sin ofrecer entrevistas ni responder preguntas de periodistas, lo que ha sido fuertemente criticado por diversos sectores de la sociedad y por la propia prensa, que denuncia una clara falta de transparencia y evasión del escrutinio público.
Schialer sostuvo que, aunque Boluarte sí se comunica con la ciudadanía en sus actividades oficiales, lo que falta es un diálogo directo y fluido con los medios.
“Eso en efecto no ha sucedido. Tenemos que ver por qué no ha sucedido, hacer una reflexión profunda”, afirmó, insinuando que el Ejecutivo habría buscado evitar una "relación tóxica" con la prensa.
La afirmación llega luego de que el Congreso negara el permiso para que Boluarte asista al funeral papal, argumentando que debía atender la crisis de inseguridad, las protestas sociales y la caída en la confianza ciudadana. En su representación, Schialer encabezó la delegación diplomática enviada a Roma.
Desde octubre de 2024, la presidenta Dina Boluarte ha optado por mantener una comunicación basada exclusivamente en mensajes oficiales, discursos programados y actividades públicas como las del llamado “Cuarto de guerra” contra la inseguridad.
Ni una sola conferencia de prensa ni declaraciones espontáneas han sido ofrecidas en este tiempo. Tanto el premier Gustavo Adrianzén como el ministro de Educación Morgan Quero han respaldado esta estrategia, argumentando que las condiciones “no son favorables” o que los discursos presidenciales “son suficientes” para entender sus posturas.
Sin embargo, esta estrategia ha sido calificada por analistas y gremios periodísticos como una táctica para evitar preguntas incómodas y controlar el mensaje. La mandataria ha responsabilizado a los medios de la crisis política y social que atraviesa el país, una actitud que recuerda al estilo de su antecesor Pedro Castillo, quien también se alejó progresivamente del contacto con la prensa.