

El canciller Elmer Schialer reconoció este miércoles que no existe una invitación formal del Gobierno de Estados Unidos para que la presidenta Dina Boluarte realice una visita oficial a Washington, pese a las afirmaciones previas de la mandataria.
Según detalló en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, el vicepresidente estadounidense JD Vance solo comentó en tono de cortesía durante la misa del inicio de pontificado del papa León XIV:
“¿Por qué no nos visita?”
“Eso me suena a invitación, no sé a ustedes, sobre todo de un vicepresidente a una jefa de Estado”, intentó matizar Schialer. No obstante, admitió que la Cancillería y el Departamento de Estado aún deben “elaborar, estructurar y formalizar” la posible visita.
Pese a la falta de invitación oficial, Boluarte anunció que viajará indefectiblemente a EE.UU., durante su participación en la Conferencia AS/COA, afirmando que el viaje servirá para “fortalecer los lazos estratégicos” con Washington.
Sin embargo, no se ha presentado solicitud oficial al Congreso para obtener autorización. En septiembre de 2024, el Parlamento rechazó un viaje similar para asistir a la Asamblea General de la ONU.
“Asistiré y confío en que en el Congreso prevalecerán los intereses nacionales”, declaró la presidenta, sin precisar fecha ni agenda del viaje.
El encuentro entre Boluarte y JD Vance ocurrió el pasado 18 de mayo en el Vaticano, donde ambos asistieron como representantes oficiales de sus países, que comparten nacionalidad con el nuevo pontífice León XIV. Para el canciller, este gesto refleja “el buen ánimo de las relaciones bilaterales” que cumplirán 200 años en 2026.
Sin embargo, el contexto político de la mandataria complica sus movimientos. Una encuesta de CPI reveló que Boluarte tiene solo 2,4% de aprobación, mientras que el 95,9% desaprueba su gestión. El 64,3% la responsabiliza por la inseguridad ciudadana, según el mismo estudio.
A ello se suman las recientes polémicas por sus cirugías estéticas, que primero negó y luego fueron confirmadas por el cirujano Mario Cabani, y el intento fallido de duplicarse el salario presidencial de S/16.000 a S/35.000.
Según el programa Panorama, la mandataria reaccionó con furia al filtrarse el trámite, solicitando agua de azahar e infusiones para calmarse, mientras su entorno evaluaba rastreos digitales y despidos. Documentos difundidos desmienten la versión oficial que atribuía el aumento a una revisión técnica bajo la Ley Servir.