

Raúl Prado Ravines, excomandante de la Policía Nacional del Perú (PNP) y principal cabecilla del temido ‘Escuadrón de la Muerte’, fue finalmente capturado este jueves 5 de junio por agentes de la DIVIAC, en el distrito limeño de Comas, tras permanecer prófugo durante años.
Sobre Prado Ravines pesaba una sentencia firme de 35 años de prisión por homicidio calificado, una orden de captura internacional, y una recompensa de S/ 100 mil por información que permitiera su ubicación. No se ha confirmado si su detención fue resultado de una delación anónima, pero su nombre figuraba entre los más buscados del país.
El caso de Prado Ravines forma parte de uno de los escándalos más graves en la historia de la PNP. Entre 2012 y 2015, el llamado ‘Escuadrón de la Muerte’ operó desde dentro de la institución con un objetivo perturbador: realizar simulacros de operativos para ejecutar extrajudicialmente a presuntos delincuentes, todo con el fin de obtener ascensos, condecoraciones y beneficios económicos.
Según la Fiscalía, el escuadrón estaba compuesto por al menos 14 oficiales y más de 30 subalternos, que montaban falsos enfrentamientos para justificar asesinatos planificados. En varios casos, incluso otros policías fueron víctimas.
Uno de los puntos de quiebre en la investigación fue el hallazgo de tres cuerpos con disparos a quemarropa en Puente Piedra (noviembre de 2012), presentado como un operativo legítimo contra secuestradores. Años después, se reveló que se trató de una emboscada premeditada.
El caso fue destapado gracias a la denuncia del comandante Franco Moreno Panta, medio hermano de una de las víctimas. A partir de ahí, la Fiscalía logró desmontar la versión oficial y documentar al menos nueve intervenciones simuladas en regiones como Lima, Piura, Chiclayo y Chincha.
En febrero de 2015, por ejemplo, cuatro personas fueron asesinadas en Piura tras ser engañadas por policías que simularon desarticular una banda. En Lima, un taxista estuvo a punto de ser ejecutado por error, evidenciando la arbitrariedad de los "operativos".
En marzo de 2022, el Poder Judicial condenó a Raúl Prado Ravines junto a otros cabecillas como Carlos Llanto Ponce y Williams Castaño Martínez, tras un proceso judicial que incluyó pericias, testimonios y pruebas documentales.
Sin embargo, Prado Ravines nunca cumplió su condena: no se presentó a la audiencia final y logró evadir la justicia hasta este 2025. Su detención en Comas representa el cierre de una larga y vergonzosa etapa de impunidad.
Las investigaciones lideradas por el fiscal Álvaro Rodas y el exministro del Interior Rubén Vargas revelaron cómo el grupo traficaba con información, montaba inteligencia falsa y manipulaba los sistemas de recompensa para lucrar con asesinatos. El supuesto combate al crimen era en realidad una maquinaria interna que premiaba ejecuciones y simulacros.