

En el corazón de la Amazonía peruana, un grupo de científicos ha conseguido un hallazgo clave para la restauración ecológica: las pozas mineras abandonadas pueden recuperar su biodiversidad si vuelven a conectarse con los ríos cercanos. Así lo revela una reciente investigación publicada en la prestigiosa revista Molecular Ecology, liderada por expertos del Centro de Innovación Científica Amazónica (CINCIA), Wake Forest University y la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC).
Utilizando ADN ambiental (eDNA), los investigadores identificaron 123 morfoespecies de peces en cuerpos de agua formados por la minería artesanal y de pequeña escala (MAPE) en Madre de Dios, región devastada por la deforestación de más de 100,000 hectáreas entre 1984 y 2017.
El método consiste en analizar el material genético presente en el agua, sin necesidad de capturar animales. Esto permite identificar especies en lugares remotos o de difícil acceso, de manera más rápida, económica y precisa que con técnicas tradicionales.
“El ADN ambiental nos permite monitorear sin alterar el ecosistema. Solo necesitamos una muestra de agua para saber qué especies viven allí”, explicó la Dra. Mónica Santa María, investigadora de UTEC.
Además, se combinaron técnicas tradicionales —como fin clipping (corte de aleta) e hisopado— para crear una base de datos genómica con más de 100 especies de peces amazónicos, una herramienta esencial para mejorar la precisión del eDNA.
El estudio demuestra que no es el tiempo de abandono ni el tamaño de las pozas, sino su conexión con ríos durante las crecidas estacionales, lo que determina la recuperación de la biodiversidad. Las pozas conectadas al río Madre de Dios presentaron una diversidad similar a la de lagos prístinos de la región.
Por el contrario, aquellas que permanecen aisladas del sistema fluvial conservan una riqueza biológica considerablemente menor.
La técnica de ADN ambiental permitió detectar también la presencia de especies de interés comercial, como el bocachico, la doncella y el cachorro. Esto es clave no solo para monitorear biodiversidad, sino también para alertar sobre posibles contaminantes en peces consumidos por las comunidades amazónicas.
“El ADN ambiental puede ser una herramienta clave para la seguridad alimentaria de las poblaciones locales”, afirmó Camila Timaná, ingeniera ambiental y exalumna de UTEC.
Este estudio marca un precedente en América Latina sobre cómo la ciencia y la tecnología pueden guiar los procesos de restauración ecológica en zonas impactadas por actividades extractivas. Los investigadores recomiendan enfocar futuros proyectos de restauración en reconectar las pozas mineras con ríos y arroyos naturales.
Con ello, el ADN ambiental se consolida como una herramienta innovadora, escalable y no invasiva para proteger la biodiversidad amazónica.