

El sistema de ciencia y tecnología en Argentina atraviesa una de las peores crisis de su historia reciente, con recortes presupuestarios drásticos impuestos por el gobierno de Javier Milei. La situación ya provocó el abandono de proyectos, el cierre de líneas de investigación y la pérdida de más de 4.000 empleos en el sector.
Desde su llegada al poder en diciembre de 2023, el Gobierno redujo el Presupuesto nacional para ciencia y tecnología en un 30,3 %, y en el primer cuatrimestre de 2024 la caída fue del 25,4 %, según datos del Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIICTI).
“Es la mayor caída desde 1972”, advirtió Gabriela Dranovsky, codirectora del CIICTI, en declaraciones a EFE.
El más afectado es el Conicet, el principal organismo científico del país, que perdió 1.513 trabajadores entre diciembre y marzo. La institución, fundada en 1958, fue desmantelada en parte tras la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología por parte del Ejecutivo.
Javier Milei, incluso, ha llegado a calificar de “parásitos” a los investigadores en ciencias sociales, lo que fue interpretado como un ataque simbólico y político al conocimiento público.
“No es solo un ajuste económico. Es una deslegitimación del rol social de la ciencia”, denunció Gabriel Bover, delegado gremial en Conicet.
Los salarios de científicos y becarios cayeron más de un 34 %, obligando a muchos a abandonar la carrera o a buscar trabajos secundarios como repartidores o comerciantes.
No solo el Conicet: empresas tecnológicas estatales como Arsat —clave en las telecomunicaciones satelitales y la exportación de servicios— también están paralizadas.
“Tenemos créditos aprobados, pero no se nos permite ejecutar pagos. Hay proyectos que literalmente se están congelando en el aire”, declaró Ezequiel Mc Govern, jefe de innovación de Arsat.
Los salarios en Arsat también permanecen congelados desde hace meses, pese a que es una empresa autosustentable.
Formar un investigador en Argentina toma al menos 15 años, pero la crisis está obligando a los becarios a abandonar sus carreras ante la falta de condiciones mínimas. “El sector privado no tiene capacidad para absorberlos, y no todo lo que vale la pena investigar genera rentabilidad inmediata”, explicó Dranovsky.
La inversión estatal prevista en ciencia para 2025 sería de apenas 0,15 % del PBI, por debajo incluso de los peores años de la crisis de 2002, y muy lejos del 0,35 % de 2015.